En la primera mitad de los años cincuenta, cuando Fiat era sinónimo de autos accesibles y utilitarios populares, la marca turinesa sorprendió al mundo con una criatura inesperada: el Fiat 8V, o Otto Vu. Fue el único modelo en la historia de la compañía que montó un motor V8, y no solo eso: alcanzaba los 200 km/h, una cifra que lo ponía en la liga de los deportivos europeos de prestigio.

El corazón del 8V era un propulsor de aluminio de 1.996 cc, diseñado por Dante Giacosa, con un ángulo de 70 grados entre bancadas. Según la versión, entregaba entre 105 y 127 caballos de fuerza, administrados por una caja manual y un chasis tubular con suspensión independiente en las cuatro ruedas, una innovación avanzada para su época.

A su sofisticada mecánica se sumaba una producción muy limitada: apenas 114 unidades fabricadas entre 1952 y 1954, muchas de ellas vestidas por carroceros de renombre como Ghia, Vignale y Zagato. Esto explica que cada ejemplar sea hoy una pieza única, tanto por diseño como por historia. El más célebre quizás sea el 8V Supersonic, con carrocería aerodinámica firmada por Giovanni Savonuzzi para Ghia, que parecía sacado de una película de ciencia ficción.
Un detalle curioso es que Fiat había querido bautizarlo “V8”, pero Ford ya tenía registrado ese nombre. La solución fue invertir el orden y llamarlo “8V”, un giro que terminó dándole aún más personalidad.

Hoy, el 8V es uno de los clásicos europeos más codiciados en subastas internacionales. Dependiendo de la rareza de la carrocería, el estado de conservación y la autenticidad mecánica, puede encontrarse entre 1,2 y más de 2 millones de euros. En 2022, un ejemplar coupé de 1954 se vendió en París por unos 905.000 euros, mientras que otros, especialmente los diseñados por Zagato, superaron largamente esa cifra.

¿Y en Argentina? Hasta donde llega la información pública, no hay registro de un 8V en colecciones locales o museos, aunque nunca se puede descartar la sorpresa de que alguno duerma en un garaje privado. Lo cierto es que este Fiat, pensado más como carta de presentación tecnológica que como producto de volumen, sigue siendo un mito reservado a un puñado de afortunados.

Un Fiat que no era para todos, pero que demostró que la marca también podía soñar en grande.